jueves, 26 de mayo de 2016

Editorial 117: Más claro para donde

Artículo publicado en la Edición impresa 114  (Mayo - Junio 2016) de Periferia Prensa Alternativa

Últimamente son muchos los llamados de los lectores y de algunos colaboradores de Periferia sobre la necesidad de recurrir a un lenguaje sencillo y entendible para todas las personas que nos leen, especialmente para aquellos que no están acostumbrados a ciertos discursos políticos. Sobre todo cuando usamos palabras y conceptos como derecha, izquierda, lucha de clases, hegemonía, etcétera, que no resultan fácilmente comprensibles para ellos. Nos alegra que nos llamen la atención, y nos preocupa a la vez; nos ha preocupado todo el tiempo desde nuestra fundación en 2004. Aunque la realidad  es que la mayoría de nuestros lectores son líderes sociales y populares, profesores y algunos académicos, es fundamental ceder ante el llamado de la periferia porque es a ellos principalmente a donde queremos llegar. No será tarea fácil, pero sí gustosa.
Aprovecharemos un suceso presentado en Bucaramanga para hablar en este editorial del grave problema que debemos superar los colombianos y colombianas, justo frente a la democracia, la paz, la violencia y el poder que tienen unos y que sufrimos otros.
El profesor Luis Felipe Cuadros es un joven docente de bachillerato del colegio Santa María Goretti en Bucaramanga. Su área es de ciencias sociales y por eso utiliza, como lo hacen muchos profesores en el país, las notas de prensa que considera apropiadas para apoyarse en temas complejos para los estudiantes; como los del conflicto armado, víctimas, negociaciones con los grupos insurgentes y problemas sociales derivados de las decisiones que toman los que manejan el poder en el país, o sea los partidos políticos como el de la U, Cambio Radical, el Centro Democrático, el Conservador, el Liberal, entre otros. Luis Felipe utilizó como herramienta  pedagógica el periódico Periferia para abordar uno de estos temas en la cátedra de paz que el gobierno nacional y el Ministerio de Educación han incentivado para entender mejor, suponemos, el problema de la violencia y la paz en Colombia, y los procesos de negociaciones con las FARC y el ELN.
La sorpresa y la gran preocupación del profesor, y ahora de nosotros, es que un padre de familia al que le llegó un ejemplar de Periferia distribuido por el profesor a sus alumnos, presentó una queja y una solicitud a la rectoría de la institución educativa por considerar que el profesor, con la lectura de la prensa en clase y las tareas que les colocaba estaba adoctrinándolos, inyectándoles el ateísmo, el socialismo y las ideas de la insurgencia, y puso en duda la legalidad y el origen de nuestra prensa. Pero este editorial no es para defender la legalidad de Periferia ni el contenido de sus artículos.
Nos cae como anillo al dedo para compartir con nuestros lectores la preocupación por el nivel de polarización en que hemos caído todos y todas, a la hora de tratar de explicar las responsabilidades de quienes fomentan y participan en la agudización del conflicto y la grave situación social y política.
Por eso es que hemos hablado en nuestros artículos de proyecto político de derecha y de bloque popular de izquierda y de lucha de clases, etc. No dudamos en decir que existen en Colombia dos proyectos de sociedad totalmente opuestos. Uno que defiende e impone los intereses de los ricos, de los que manejan la economía del país en beneficio propio y al servicio de los intereses extranjeros. Estos, aunque defienden lo mismo no siempre están de acuerdo en todo. Hay entre ellos los que defienden los intereses de los grandes acaparadores de tierras; y los que manejan el capital financiero y empresarial, pero ambos desean gobernar en favor de sus intereses o sea su clase social. Estos definen e imponen a las grandes mayorías medidas económicas, políticas y sociales que profundizan la pobreza, la exclusión y la violencia. En ese orden de ideas es que hemos dicho que Uribe y Santos son dos caras en una misma moneda.
Por otra parte estamos los pobres y los que no compartimos las decisiones de los ricos, los que el padre Camilo Torres llamó la Clase Popular, sometidos mediante la ley y la violencia a los intereses de los arriba mencionados. Aquí cabemos las mujeres y hombres, trabajadores, indígenas, comunidades LGTBI, campesinos, jóvenes y estudiantes que luchamos a diario por construir un país distinto para la vida digna. Claro está que nosotros también queremos que se gobierne para nuestros intereses, pero estos son intereses elementales como la salud, la vivienda, la educación y el empleo digno, para vivir en paz como sociedad auténticamente humana.
En esa lucha construimos a diario ideas, discursos, formas de ver la vida y enunciar el mundo que queremos construir. Vida digna, resistencia, movilización, lucha, unidad, solidaridad y esperanza son algunas de las palabras que representan a los pueblos y con los que se ha contribuido a una sociedad mejor. Sin embargo hoy, los de arriba, los que se apropiaron de la riqueza de todos a través de la fuerza, con sus grandes medios de desinformación imponen sus lógicas, venden una idea de realidad que no es la que vivimos las mayorías y hacen ver como angelitos a los demonios. Por otro lado señala y desdibuja nuestras propuestas haciéndolas parecer perversas, violentas y autoritarias.
Ese bloque en el que se agrupan los ricos, desarrollaron grupos armados para asesinar a los líderes sociales, esos grupos se denominaron paramilitares porque fueron apoyados por las fuerzas militares. Ahora tienen un discurso político que confunde a la gente porque se lo robó al movimiento social justamente para confundir. Y también lo hacen los ricos, los del Centro Democrático, que no son del centro ni democráticos, porque cuando estuvieron en el poder despojaron a los trabajadores y al país de sus derechos sociales. Hoy estos también hablan de resistencia civil y hasta de defender el patrimonio público, el mismo que ellos entregaron a los extranjeros cuando estuvieron en el gobierno.
Resulta preocupante esa confusión en las clases populares. Muchos se creen hoy el cuento que el Uribismo es la oposición, que de verdad son un proyecto distinto al de Santos, a tal punto que en muchos casos cuando desde algunos sectores del movimiento social planteamos alguna crítica a la Paz Neoliberal que impone Santos o a los mismos procesos de negociación, algunos terminen diciendo que esas posturas nos ponen del lado uribista.
Por eso hay que decirlo y muy duro: quienes estamos en esta orilla, quienes buscamos que sean los pueblos los que decidan sobre sus realidades, sus territorios y sus vidas, quienes le apostamos a un país donde avanzar no signifique acabar con el otro, con el planeta, con la vida, quienes construimos propuestas de vida digna, de resistencia contra el modelo de despojo y labramos una Paz con Justicia Social, en nada nos parecemos con aquellos representados en Santos y Uribe, aunque usen nuestras frases, nuestros discursos y se apropien de nuestras dinámicas y de vez en cuando logren ganarse a alguno de este lado.
Nada nos identifica con ellos. Seguimos en franca disputa con su propuesta, o sea seguimos en una lucha de clases (la popular contra la opresora); seguiremos confrontando su modelo de hambre y muerte, de inequidad e incertidumbre. Ganar el corazón de las grandes mayorías, del bloque popular, de los pobres de Colombia es lo que La Minga Agraria, Campesina, Étnica y Popular pretende alcanzar.



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